martes, 8 de noviembre de 2016

Roberto Gargarella: "Se han roto los puentes entre la gente y los funcionarios"

El sociólogo y jurista advierte sobre un "déficit democrático"que afecta la relación entre la política y el Poder Judicial 

Entrevista:
Mariano de Vedia
Para La Nación

Mucho se habla de la grieta que hoy divide aguas en términos políticos. Pero, más allá de esa retórica, el país atraviesa una ruptura más profunda, que separa al ciudadano común de los funcionarios, tanto en el ámbito político como judicial. Ese es el diagnóstico del sociólogo y abogado Roberto Gargarella, quien advierte un "déficit democrático general" que, incluso facilita hechos de corrupción.

"Se han roto todos los puentes entre los ciudadanos y los funcionarios públicos y eso genera un enojo colectivo", precisó el reconocido constitucionalista, profesor en las universidades de Buenos Aires y Torcuato Di Tella (UTDT), en una entrevista con LA NACION.



-¿Cómo evalúa hoy la relación entre el Gobierno y la Justicia?


-El problema principal es el déficit democrático general, que marca la relación de los gobiernos con la Justicia. Esa crisis democrática atraviesa todas las ramas del poder y produce una fuerte ruptura entre los ciudadanos y los funcionarios políticos y judiciales.
-¿Cómo se supera esa ruptura?


-Temporalmente, la ruptura puede remediarse o agravarse. Con el kirchnerismo, se agravó. Con varios instrumentos intentó colonizar la Justicia: la reforma del Consejo de la Magistratura, que debería ser declarada inconstitucional; el proyecto de democratización de la Justicia, que fue declarado inconstitucional; los nombramientos de jueces subrogantes y el Ministerio Público, que fueron ilegales...
-¿Qué cambios debe haber?
-Es necesaria una modificación del Poder Judicial, pero eso no da carta blanca a cualquier reforma. Los cambios tienen que venir de afuera: audiencias públicas bien hechas. juicios por jurados y comisiones al estilo de la Conadep para situaciones especiales. Hay que favorecer el acceso popular a la Justicia. El kirchnerismo invocó la democratización de la Justicia y terminó haciendo un Poder Judicial más elitista..
-¿El gobierno de Macri avanza por la senda correcta?
-Partimos de una situación injustificable e inaceptable: un Poder Judicial colonizado, incluso en las provincias.
-¿Fue necesario llegar a un punto extremo para advertir el deterioro de la Justicia?

-Sí, pero no estamos en un punto extremo. Estamos en una pendiente que promete malas noticias. Hay mucho enojo social. Cuando uno ve que la clase dirigente hace cualquier cosa y es impune, muchos piensan: "yo también quiero sacar ventaja y ser impune".
-¿Cuál es el remedio?
-Lo más urgente es ver cómo tender puentes entre la ciudadanía y el sistema institucional.
-¿Fue positiva la ampliación de la Corte?
-Macri hizo nombramientos decentes, pero desaprovechó una oportunidad porque apareció como teniendo que reparar algo que había empezado mal.
-¿El Gobierno avanza a prueba de ensayo y error?
-Es una lectura posible y de buena fe. Yo tengo una lectura más pesimista. Agradezco que el Gobierno esté lo suficientemente fragmentado como para que tenga que negociar y acordar con la oposición.
-¿Qué efectos produce en el país ese déficit democrático?
-Termina generando los niveles de corrupción con los que estamos conviviendo. Ni la izquierda ni la derecha le prestan atención a este fenómeno. La derecha se queda en la imagen del escándalo y parte de la izquierda no ha querido identificar que los niveles de poder discrecional de los líderes políticos de turno generaron un nivel extraordinario de corrupción.






lunes, 8 de febrero de 2016

Lo que vendrá por Pablo Tonelli

El propósito de esta nota es investigar el futuro macroeconómico de la Argentina en el corto plazo a la luz de las medidas tomadas por el Gobierno de Mauricio Macri e intentar dilucidar las transformaciones estructurales detrás de las modificaciones de las principales variables económicas que se proponen. Las transformaciones estructurales no determinan la política, que siempre posee una complejidad mayor y un nivel de autonomía que no implica una determinación por lo estructural, pero ayudan a comprender un elemento importante de la realidad.
En ese sentido voy a tomar de la llamada Escuela de la Regulación, una corriente de pensamiento económico nacida en Francia, el análisis de dos relaciones sociales fundamentales, la relación salarial y la forma de competencia, asumiendo que son éstas las que permiten comprender la viabilidad de un régimen de acumulación o modelo de crecimiento.
El núcleo de la ESTRATEGIA DE DESARROLLO que se propone está centrado en la expansión del sector agro exportador primario, la agroindustria, las grandes empresas exportadoras de comodities industriales (aluminio, acero, etc.), la minería y en general la actividad basada en la explotación de los recursos naturales. Se lo podría definir como un modelo de crecimiento “hacia fuera”, orientado a la exportación.
El impulso de este esquema de desarrollo está dado, a su vez, por el énfasis en la IED (inversión externa directa) y el endeudamiento externo, tanto público como privado. El sector financiero, tanto nacional, como internacional, forma parte entonces, del núcleo impulsor de esta estrategia.
La política comercial externa aparece guiada por los principios casi irrestrictos del libre comercio como paradigma. A eso apunta la eliminación del comercio administrado (popularmente el cepo), es decir de  las declaraciones juradas anticipadas de importaciones (DJAI) y los ROE (Registro de la oferta exportable al exterior) así como establecer una única cotización del dólar efectivo para cada producción sectorial, vía una reducción de las retenciones, ya sea total para las producciones de cereales (trigo y maíz) y los otros cultivos regionales y paulatina, pero constante, para la soja. El impulso a la explotación primaria supone un retorno  del viejo concepto de las “ventajas comparativas” centradas en el tipo de producción  con menores costos relativos a nivel internacional.
El tipo de cambio, el principal precio para la asignación de recursos en la economía argentina, operará en sus inicios restringiendo, como efecto del mayor precio, las importaciones de bienes intermedios y equipamiento, las importaciones industriales, algo de lo que existe sobrada experiencia en los planes de ajuste históricos de la Argentina. La devaluación  expande muy suavemente las exportaciones pero frena aceleradamente las importaciones, sus efectos son muy diferentes en el corto plazo, también éste es un dato empírico, lo que hace la devaluación es mejorar dramáticamente la rentabilidad el sector exportador e incrementar el saldo de la Balanza Comercial, al disminuir las importaciones.
La industria local, que produce a costos comparativos más altos que los internacionales porque posee una productividad menor, vende mayoritariamente en el mercado interno y es una de las columnas vertebrales del empleo, creció en base a un conjunto de factores:  La protección externa, arancelaria y para-arancelaria, los subsidios a la energía y la mano de obra (vía el abaratamiento del transporte, y el consumo de gas y la electricidad domiciliario), el sostenimiento de la demanda interna y los esfuerzos en desarrollar una estrategia de sustitución de importaciones. A pesar de los enormes defectos, debilidades, carencias e inconsistencias en estas políticas públicas la industria se duplicó en una década.
La industria nacional no parece ser una clave en el desarrollo del modelo a implementarse a futuro. Las menciones a la instrumentación de una política activa para el sector, en la versión del ““desarrollismo” que menciona el Presidente, que cita a Arturo Frondizi son lisa y llanamente  insuficientes. La eliminación de las DJAI y el retorno de licencias no automáticas de importación para una cantidad muy exigua de productos (1000) no evita la posible avalancha de productos brasileños con un socio en recesión. La eliminación de las retenciones a las exportaciones industriales es indudablemente positiva, pero no puede suplir la ausencia de una política de desarrollo y generación de inversiones en el sector que sólo puede ser coordinada por el Estado.  De no ser así, que es lo que aparece,  es imposible que se cuide al empleo y la industria nacional como el Gobierno afirma, los resultados serán negativos si el mercado asigna los recursos y el Estado acude como paliativo parcial.
La política monetaria y fiscal ejecutada por la ortodoxia en materia económica desde el Ministerio de Hacienda y Finanzas y el Banco Central tampoco constituye un secreto. La magnitud del déficit fiscal financiado con emisión monetaria, el 80 % debido a lossubsidios energéticos, constituye un desajuste macroenòmico de relevancia para la casi totalidad del espectro del pensamiento económico. Los tiempos, alcances, formas, la política en relación con el costo del transporte urbano de pasajeros, un componente importante del gasto salarial, se verán en su despliegue, así como el tratamiento de reducción del subsidio a la energía, que abarca sectores diversos como los productores de petróleo del sur, la industria y el consumo domiciliario.
La inversión, como agregado económico en la Argentina, es actualmente baja en relación con los picos de la década y con el nivel necesario para la reproducción del capital. Es el talón de Aquiles del crecimiento. (En cuanto al desarrollo y la distribución, es una condición necesaria, no suficiente) El esquema que se propone se centrará, como dije en la IED y en la renta de la tierra. La inversión pública, sobre todo en infraestructura básica, se financiará con endeudamiento público multilateral (BID, Banco Mundial) las inversiones chinas y el Club de París.
La inversión pública en infraestructura jugará un papel importante siguiendo el dibujo territorial del agro, la agroindustria, la explotación y/o procesamiento de recursos naturales y su salida al exterior. Conceptualmente se asemeja a los ferrocarriles ingleses y el puerto en la época de la economía primaria exportadora.
Existen cuatro FUENTES DE CRECIMIENTO POSIBLE DE UNA ECONOMÍA, el sector externo, la inversión, el consumo y el gasto público, sumadas dan lo que se conoce como la ecuación macroeconómica fundamental. Se apuesta a que el sector externo y la inversión sean los motores del crecimiento, en oposición clara  de lo acontecido en los últimos cuatro años, en que el consumo privado y el gasto público fueron los agregados que más crecieron en términos relativos.
Al inicio de esta nota expresé que dos relaciones sociales fundamentales definían un modelo de crecimiento, la relación salarial y el modo en que ocurre la competencia.
La devaluación persigue el objeto de bajar el costo salarial en dólares para el empresariado, costo que se había incrementado muy fuertemente en divisas en los últimos años. La larga experiencia argentina en devaluaciones e inflación indica que las primeras son las que motorizan el alza de los precios, como demuestran los trabajos del economista argentino Guillermo Vitelli.  La tarea de bajar costos salariales en dólares y mantener el poder adquisitivo del salario en pesos es una tarea francamente improbableaún si se lo deseara, valga la experiencia de 2014.   Amortiguar los efectos de la devaluación sobre el salario real y disminuir y atenuar sus costos  es una tarea  posible vía el funcionamiento de las paritarias, pero con una salvedad importante, el esquema que se propone necesita una devaluación real, es decir salarios más baratos en dólares, salarios que crezcan menos que la devaluación y la inflación, porque centra en la exportación el dinamismo del crecimiento.
Se puede afirmar entonces que el poder adquisitivo del salario y la participación de la masa salarial en el ingreso disminuirán como consecuencia del modelo de política adoptado en términos de su formulación. La realidad, la política y los conflictos en la distribución del ingreso, dirán la última palabra. Se ha producido una mega devaluación. Comparando con la devaluación de 2014 se puede decir que una devaluación del 25 % agregó en un año trece puntos porcentuales a los precios, ya que la inflación rondaba el 25 % al momento de la devaluación  y los precios al consumidor cerraron en un 38 %. Esto con el esquema vigente de precios cuidados y con retenciones a las exportaciones que moderaban los efectos de la devaluación, aunque la política monetaria fuertemente expansiva jugaba en sentido contrario. Ahora con una inflación que hasta octubre daba un 22 % aproximadamente anual, una devaluación del 40 %, con el impacto que todavía falta de las tarifas, sin retenciones, en qué nivel estará el índice de precios? , aunque se tenga una política monetaria y fiscal contractiva luego, la cifra parece proyectarse hacia el 45 %. Si el objetivo de la política económica es POBREZA CERO, como se afirma en el Gobierno, con esta devaluación los pobres decrecerán porque se incrementarán los indigentes. Digamos POBREZA 0, INDIGENCIA 4, para usar una metáfora futbolística. Alfredo Zaiat afirma POBREZA 0, RIQUEZA 4, es otra manera de decirlo.
La forma que adopte la competencia prefigura  una vigencia más irrestricta del mercado, sin tipos de cambio diferenciales para la industria ante la eliminación de las retenciones así como  la anunciada eliminación de los subsidios que directa o indirectamente favorecen  a la industria local, más la atenuación de la administración del uso de aranceles y medidas para-arancelarias. La estrategia sustitutiva de importaciones no está, a su vez, explícitamente en la Agenda, para afirmarlo de una manera suave.
Aquí también, la política y los conflictos dirán su veredicto final sobre este tema, ya que llevado a su extremo este modelo económico  repercute directamente en forma negativa sobre la actividad industrial y el empleo, sobre todo en un conjunto de actividades industriales sensibles, autopartes, metalmecánica, textil, indumentaria, calzado, a las que sólo les queda la protección de las licencias no automáticas de importación, muy acotadas en número (1000 posiciones arancelarias) sobre el universo total de importaciones(aproximadamente 18.000 posiciones).
La devaluación “anticipada” en la campaña electoral comenzó a producir el traslado  de la misma a los  precios, antes de la definición de las elecciones y que efectivamente se tomara la medida de devaluar. El rango mensual de los precios al consumidor estabilizados en un 1,50 % mensual aproximadamente, se duplicó en noviembre y se ubicará tranquilamente en torno del 4,50 % mensual en diciembre.
Esto es así  porque los precios del sector agropecuario, es decir de los cereales y oleaginosas y también los productos cárnicos,  se forman tomando como referencia directa el precio internacional en divisas. El precio en pesos de esos bienes se obtiene multiplicando directamente la cotización internacional por el tipo de cambio. La devaluación los incrementa en esa proporción. Sin la deducción de las retenciones, el  impacto sobre los consumidores locales es total, sobre todo de los trabajadores de menores ingresos, en que los alimentos son una proporción mayor de su canasta de consumo.  Los cereales constituyen insumos directos de la industria de alimentos, que los procesan y elaboran.
En el caso de los insumos industriales difundidos que la Argentina produce (aluminio, acero, papel, celulosa, hilados textiles, etc.) también sus precios se fijan en el mercado internacional y su precio en pesos se forma multiplicarlo el precio internacional por el tipo de cambio,  tomando en cuenta la estructura de aranceles de importación. La devaluación incrementa directamente los costos y hace subir los precios de toda la industria consumidora de estos insumos.
Esto es así porque en el resto de la estructura industrial, sus precios se determinan principalmente por los precios de los insumos de los otros dos sectores mencionados, o sea los del sector agropecuario y de insumos difundidos, que la devaluación ha incrementado, más los costos locales de producción, en particular la energía, (cuyos precios serán mayores)  y  el salario.
Siendo así la formación de precios en la Argentina, directamente dependiente del tipo de cambio, es un grave error o una afirmación de mala fe, lo que se dijo respecto a que los precios ya habían “tomado” un valor del dólar de $ 15 pesos. Un segmento minoritario adelantó los precios a la posible devaluación de los insumos, el 90 % de la estructura productiva lo hizo después. Los datos inflacionarios darán cuenta de ello.
El Ministro de Hacienda y Finanzas plantea que luego de la devaluación deberá existir un acuerdo de precios y salarios entre los empresarios, los trabajadores y el Estado que tome como punto de partida los precios al 30 de noviembre. (En los índices de precios ya se ve que en este mes se había producido el primer aumento “preventivo”). La baja de precios retroactiva y generalizada es realmente una ilusión si tomamos el conjunto de los precios relevantes de la economía argentina. Existe un fenómeno que Julio Olivera estudió muy bien y se llama “inflexibilidad de los precios monetarios a la baja”. Hemos visto como se forman los precios en la Argentina, Olivera sostenía que si subían los precios monetarios del sector agrícola provocaban un aumento irreversible de los precios industriales y en consecuencia del nivel general de precios. Al aumentar el precio del trigo y de la carne por efecto de la devaluación los precios de los insumos de la industria alimenticia y frigorífica aumentan, si en el mercado externo bajaran el trigo o la carne o cayera el tipo de cambio en el mercado interno, los precios ya formados no bajan. No existe voluntad del Gobierno de controlar la estructura de costos de las empresas ni de apelar in extremis a la Ley de Abastecimiento, es “amigable” con los formadores de precios. Importar alimentos para abrir la competencia suena bien, excepto que desconoce que las grandes marcas productoras de alimentos en la Argentina son en su mayoría filiales de multinacionales, lo que quita toda capacidad efectiva a este tipo de instrumentos.
En la coyuntura se ha logrado estabilizar el tipo de cambio en un nivel provisorio que oscila en los $ 13 y los $ 14. La eliminación y/o reducción de las retenciones y de las medidas de administración del comercio exterior activaron la oferta de los agro- exportadores. Asimismo la negociación con los importadores y las empresas con utilidades retenidas por IED  a las que se les ofreció optar entre un bono por sus acreencias o un cronograma de pagos solucionó el problema de la demanda insatisfecha de divisas proveniente del cepo. El primer semestre del año es una época de fuertes liquidaciones de los exportadores tradicionales. Esa oferta, conjugada con dólares provenientes de distintas fuentes de endeudamiento externo (organismos multilaterales de crédito, préstamos de corto plazo de la banca internacional) y los incentivos a las colocaciones de fondos de origen financiero que arbitren entre la tasa internacional en dólares, una elevada tasa en pesos en niveles superiores a la devaluación permitirá manejar la Balanza de Pagos durante el primer semestre, ya que tendremos  importaciones deprimidas por el nivel de actividad y menores compras para turismo. En ese plazo se  cerrará el frente externo negociando con los fondos buitre, se tomarán las medidas de ajuste fiscal y tarifario anunciadas y se encarará el acuerdo de precios y salarios que actúe de  prolegómeno de las paritarias.
Se ha producido una enorme, diría brutal, transferencia de ingresos desde los trabajadores, jubilados, pensionados, perceptores de ingresos fijos al sector exportador y productor de los alimentos que consumen mayoritariamente los argentinos. Esto se refleja en los precios de las carnes, (vacuna, porcina, aviar) del pan y de los productos que manufacturan el trigo y el maíz. La magnitud efectiva y final de esta transferencia dependerá del resultado de la recomposición de ingresos que se obtenga en las paritarias.
Esta transferencia ocurrió de una manera novedosa en la historia económica argentina, comenzó con los  anuncios previos a la confirmación del resultado electoral y la asunción del nuevo Gobierno. El aguinaldo, las fiestas, las vacaciones de verano, amortiguaron seguramente su impacto. Restará ver como son las cosas en febrero, frente al gasto del inicio de clases, con los salarios devaluados. Restará ver si el conflicto estructural por la distribución del ingreso que es manifiesto, produce antagonismo social y político o es procesado por el actual Gobierno.
El primer semestre económico está jugado. Alta inflación, menores salarios reales, menor consumo, menor gasto, una baja en torno al 2 % del PBI hasta junio. La forma de resolución  del reclamo salarial será la clave a seguir para el escenario macroeconómico a más largo plazo.

Enero de 2016

domingo, 31 de enero de 2016

Mitologías macristas por Marcos Mayer

Las mitologías retóricas de Cambiemos - la herencia, el camporismo, el Estado militante, los ñoquis, la lógica del mundo occidental y pro-mercado - se sostienen en construcciones de sentido que cuentan para su arraigo en la sociedad con el blindaje de los grandes medios concentrados.


Por Marcos Mayer*
(para La Tecl@ Eñe)


Algunos de los considerandos para los despidos que se están produciendo en el Estado desde la asunción de Macri se sostienen en el hecho de que la mayoría de los expulsados había sido contratada durante el año 2015. Extraña lógica pero se la aplica a rajatablas. De hecho, el CCK, que había sido inaugurado en 2015 se quedó sin personal. Así que no había forma de que hubiera contratos previos al año pasado. Sin embargo, se fueron todos y no se sabe aún si será reabierto.

Más allá de los verdaderos motivos que se esconden detrás de estos despidos, puede resultar revelador el modo que se elige para justificarlos y el tipo de relación que establecen con la opinión pública.

Por un lado se afirma de manera categórica, y sin trabajo de demostración alguna, que todo contrato extendido en 2015 se debe a razones más o menos encubierta de clientelismo. El argumento se cae de su peso y sería ridículo si no fuera tan dramática la situación que están pasando los trabajadores estatales, los despedidos y los demás, que van a sus puestos cada día temiendo que sea el último.

Este es un gobierno poco predispuesto a explicar lo que hace y que no acepta que se cuestionen sus medidas. Ni siquiera ha ocurrido con el tan meneado DNU para el nombramiento de los jueces para la Corte Suprema. El tema queda pendiente y cada tanto hay un funcionario que amenaza con recuperarlo. Por no hablar de las no respuestas de Macri cuando otorga una conferencia de prensa, como sucedió cuando decidió ignorar una pregunta acerca de la reticencia de los exportadores agrícolas a liquidar sus dólares, o cuando elige una salida frívola como cuando “reveló” que la reunión con Peña Nieto consistió en sus lecciones de baile al mexicano.

Para justificar sus decisiones, Cambiemos se sostiene sobre diversas mitologías: que todo era un desastre antes de su llegada, que el Estado era un refugio de militantes y ñoquis camporistas, que hay una lógica del mundo que contrasta con las lógicas locales, que la política es un ejercicio contable –en este sentido pueden leerse las lamentables declaraciones de Lo Pérfido, las comparaciones de Prat Gay con las dos pizzas o las explicaciones al tarifazo.

Con esas mitologías, cuya lista podría ampliarse, la opinión pública queda entre la opción de aceptarlas sin más o quedar fuera del alcance discursivo del macrismo. O se acuerda o se deja de existir (aquello que se ayudará a las provincias “que hagan bien las cosas”).

Para eso se cuenta con los grandes medios que ejercen un oficialismo desembozado. Habrá que esperar que estas mitologías decanten y se revelen como tal. El problema, y en eso la dirigencia opositora mira para otro lado, se llama despidos en masa y dirigentes sociales en la cárcel.


Buenos Aires, 28 de enero de 2016

*Periodista

Esta nota fue tomada de la revista digital La Tecl@ Eñe

La Tecl@ Eñe Revista Digital de Cultura y Política,​​ ideas, cultura y otras historias.
Editor/Director: Conrado Yasenza